Llamarme Jorge no solo me trajo problemas con mis padres, también me trajo problemas en la escuela. En un curso donde abundaban los Matías o los Nicolás o los Marianos ser un Jorge no era fácil. Hubo una época dorada donde fuimos tres Jorges (Jorge Alonso, Jorge Herman y yo) Hermoso año donde por primera vez no éramos la minoría y pudimos imponernos ante los demás y llevar con orgullo nuestro nombre. Lamentablemente solo fue durante tercer grado porque Jorge Alonso se cambió de escuela y no lo volví a ver hasta casi veinte años después cuando la vida y el arte nos reencontró para hacer la serie web Temporada de Jorges.
Los problemas en la escuela no estaban relacionados con la vejez que representaba mi nombre sino con la existencia de un alfajor tocayo: Jorgito. Si me molestaba que me dijeran Jorge imaginen cuánto más me molestaba que me dijeras Jorgito. Lo odiaba. Sobre todo porque lo relacionaban con el alfajor en cuestión. Que dicho sea de paso era un gran alfajor, muy rico y barato (antes de la inflación constaba treinta centavos) El mejor apodo que recibí en esa época fue uno que me puso un pibe dos años más grande que yo. Se llamaba Matías, y al ser un Matías se sentía con el derecho de romperle los huevos a los demás. Y tenía razón. Se ganó ese derecho por tener un nombre como la gente y acorde a su edad. En fin. Ese Matías un día pasó por al lado mío y me dijo “Hola Alfajorgito” En el momento me molestó, me molestó muchísimo. Pero hoy no puedo dejar de admirar su creatividad. Espero que la vida haya sido buena con él y esté trabajando en una agencia de publicidad.
De todas formas llamarse Jorge en Argentina no es tan terrible como ser un indio y vivir en Estados Unidos. Hari Kondabolu es un comediante que en sus espectáculos siempre aborda, desde el humor, la temática de la discriminación racial. En los últimos años apuntó todos sus cañones a la persona que desde principio de los noventa a la actualidad encasilló y estereotipó a todos los indios. En realidad no es una persona, es un personaje. Es Apu.
En The Problem With Apu el disparador es el mismísimo Apu pero a medida que avanza el documental va abriendo la mirada para mostrarnos que el problema con los inmigrantes en Estados Unidos es mucho más grande. Todo esto enfocado específicamente en los actores y las actrices extranjeras y en la problemática de no poder conseguir papeles que no sean personajes que te exijan burlarte de vos mismo. Por ejemplo en una de las entrevistas habla el actor Kal Penn (el que hizo de Kutner en Dr. House) Cuenta que uno de sus primeros papeles fue en la película National Lampoon's Van Wilder donde tuvo que hacer un personaje que se llamaba Taj Mahal Badalandabad. Al principio no quiso aceptarlo, pero después se dio cuenta que los actores indios principiantes no tienen otra opción que empezar por ahí para después intentar hacerse de una carrera. ¿Pero por qué someter a una persona a convertirse en un chiste de sí mismo?
The Problem With Apu intenta buscar cual es realmente el problema con Apu. ¿Es ser un estereotipo? ¿Es que fue durante mucho años el único "indio"famoso de Estados Unidos? ¿Es que la voz la hace un actor blanco? ¿Cuál es el problema con Apu? El objetivo principal de Hari Kondabolu no pareciera ser encontrar una respuesta a esas preguntas, más bien que entendamos por lo menos que hay un problema.
Cuando apareció la noticia del estreno de este documental salieron los superados de siempre al grito de “Uff, hoy por hoy no se puede hacer chistes con nada” “Son todos muy susceptibles” “Esto de lo políticamente correcto está arruinando el humor” Obviamente es fácil decir esto cuando formamos parte del selectísimo grupo mayoritario de los hombresblancosheterosexuales, y la opción de “ponerse en el lugar del otro” no pareciera ser válida. Yo fui uno de los tantos superados que en primera instancia dijo ”Ya fue, no da quejarse por esto” Afortunadamente Hari Kondabolu nos habla con humor y sin solemnidad específicamente a los que, por no estar en su lugar, no entendemos la gravedad de su denuncia. De todas formas la que tira la posta de esto que estoy diciendo es la madre del muchacho. Él le muestra unos fragmentos de Los Simpsons y después le pregunta:
- ¿Por qué crees que ustedes toleran esta clase de cosas más de lo que nosotros lo haríamos?
- Vinimos aquí y teníamos que triunfar – le contesta la señora - Y no importaba nada más. Eso no significa que no nos sintamos ofendidos por eso.
- ¿Por qué sienten que nosotros no lo toleramos?
- Los tiempos cambian. Tú tienes seguridad y perteneces aquí.
La problemática del racismo o del machismo o de la homofobia existió siempre. Que hoy se denuncien más casos que antes no significa que son todos y todas oportunistas que quieren un momento de fama. Significa que esas personas ahora son más seguras de si mismas. No seamos tan garcas de quitarles esa seguridad diciendo pelotudeces como “Uy, ya se están quejando de cualquier cosa”
Les recomiendo muchísimo este documental no solo por lo que mencioné anteriormente sino que también para ver un costado menos amable de Los Simpsons. Mi puntuación es de 1670 sobre 1777.
... thank you come again.
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martes, 16 de enero de 2018
domingo, 14 de enero de 2018
The Florida Project
Disney World se autoproclamó el lugar más feliz sobre la tierra y nunca nadie se atrevió a contradecirlo. Nadie saltó a decir “No, mentira. El lugar más feliz sobre la tierra es Mar del Plata” Porque aunque Mar del Plata es apodada “La Feliz” no tuvo el egocentrismo de llamarse “La más feliz” Y en cuestiones de marketing ser egocéntrico es una virtud que te puede garantizar el éxito. ¿Miren hasta donde llegó Disney sino? Absorbe cuanta empresa se le cruce y si en algún momento de la historia llega a comprar Mar del Plata ahí si la va a apodar “La playa más feliz”
En la periferia del lugar más feliz sobre la tierra hay otros lugares donde la felicidad es más una decisión que una condición dada. Son cadenas de albergues baratos y humildes para turistas que no se pueden permitir pagar grandes hoteles, aunque también viven inquilinos que no se pueden dar el lujo de una casa propia. The Florida Project nos cuenta la historia de uno de estos albergues, la disneylandia de los pobres.
El verdadero atractivo de esta película es conocer cómo funcionan estos lugares y cómo son las personas que lo habitan. Desde madres solteras que cuidan solas a sus hijos hasta matrimonios que se hospedan ahí por la cercanía con Disney, pasando por el gerente, el dueño del complejo y viejas que hacen toples porque creen que están en Ibiza. Vamos a conocer los conflictos (entiendo yo) típicos del lugar como la prostitución, las drogas, la invasión de pájaros, el no llegar a pagar el alquiler, las quejas de los vecinos, los viejos pedófilos que merodean el lugar, las peleas de borrachos y cosas por el estilo. Todo esto lo vemos a través de los ojos de unos pibitos que viven ahí, especialmente de nuestra protagonista, una tal Brooklynn Prince que interpreta a Moone. Esta chiquita nos va a hacer un visita guiada(*) por todo el complejo como si ese fuese el único Disney World al que puede acceder. Sabe quien vive en cada habitación, sabe dónde esconderse, sabe cómo conseguir helado gratis, sabe cómo manipular a los adultos para conseguir lo que quiere… sabe todo. Y todo lo vive de una forma muy lúdica y aventurera. Pareciera ser que Moone no necesita ir a Disney para estar en el lugar más feliz sobre la tierra. Ella, por ser un infante, entiende que se puede ser feliz con poco, y ese "poco" para ella es todo. Claro que esa fantasía se va a derrumbar cuando crezca y deje de ser tan inocente, cuando sea consciente que todos los días está al borde de quedarse en la calle, cuando se dé cuenta que cada vez que ella se da largo baños de inmersión es porque su madre se está cogiendo a un tipo por plata en la otra habitación porque no encuentra otra salida a su conflicto económico. Pero la película no llega a ese punto, nos permite quedarnos con la sensación de que todo marcha bien para Moone.
La película no nos regala una mirada optimista. Nos muestra que lo que parece que va a salir mal termina saliendo mal, que a pesar de que están a unas cuadras de diferencia las clases altas ignoran a las clases bajas, y que la meritocracia es una problemática que existe y cada vez se hace más fuerte. Pero Moone no sabe lo que significa meritocracia, ella se divierte escupiendo autos, corriendo debajo de la lluvia y haciendo pedos con las axilas.
Toda la hostilidad que nos cuenta la película está contrastada por la colorida dirección de arte y fotografía. Es como una mezcla de una película de Sorín y una de Wes Anderson. Y si hablo de contraste tengo que mencionar a Willem Defoe, el actor con la cara más perturbadora haciendo del personaje más tierno y buen tipo. Mi admiración hacia Defoe no para de crecer.
Siempre me termino cuestionando la hipocresía de estas películas que relatan costados marginales de la sociedad pero que se hacen con el único fin de que te aplaudan de pie en los festivales más millonarios del mundo. Siento que el objetivo del director es decirle a los que van, por ejemplo, al festival de Cannes “Miren de lo que zafamos por haber nacido en familias acomodadas” Aunque capaz que no, capaz que esta película ayuda a concientizar. Nunca lo sabré.
Mi puntuación es de 1261 sobre 1777.
(*) no literalmente
En la periferia del lugar más feliz sobre la tierra hay otros lugares donde la felicidad es más una decisión que una condición dada. Son cadenas de albergues baratos y humildes para turistas que no se pueden permitir pagar grandes hoteles, aunque también viven inquilinos que no se pueden dar el lujo de una casa propia. The Florida Project nos cuenta la historia de uno de estos albergues, la disneylandia de los pobres.
El verdadero atractivo de esta película es conocer cómo funcionan estos lugares y cómo son las personas que lo habitan. Desde madres solteras que cuidan solas a sus hijos hasta matrimonios que se hospedan ahí por la cercanía con Disney, pasando por el gerente, el dueño del complejo y viejas que hacen toples porque creen que están en Ibiza. Vamos a conocer los conflictos (entiendo yo) típicos del lugar como la prostitución, las drogas, la invasión de pájaros, el no llegar a pagar el alquiler, las quejas de los vecinos, los viejos pedófilos que merodean el lugar, las peleas de borrachos y cosas por el estilo. Todo esto lo vemos a través de los ojos de unos pibitos que viven ahí, especialmente de nuestra protagonista, una tal Brooklynn Prince que interpreta a Moone. Esta chiquita nos va a hacer un visita guiada(*) por todo el complejo como si ese fuese el único Disney World al que puede acceder. Sabe quien vive en cada habitación, sabe dónde esconderse, sabe cómo conseguir helado gratis, sabe cómo manipular a los adultos para conseguir lo que quiere… sabe todo. Y todo lo vive de una forma muy lúdica y aventurera. Pareciera ser que Moone no necesita ir a Disney para estar en el lugar más feliz sobre la tierra. Ella, por ser un infante, entiende que se puede ser feliz con poco, y ese "poco" para ella es todo. Claro que esa fantasía se va a derrumbar cuando crezca y deje de ser tan inocente, cuando sea consciente que todos los días está al borde de quedarse en la calle, cuando se dé cuenta que cada vez que ella se da largo baños de inmersión es porque su madre se está cogiendo a un tipo por plata en la otra habitación porque no encuentra otra salida a su conflicto económico. Pero la película no llega a ese punto, nos permite quedarnos con la sensación de que todo marcha bien para Moone.
La película no nos regala una mirada optimista. Nos muestra que lo que parece que va a salir mal termina saliendo mal, que a pesar de que están a unas cuadras de diferencia las clases altas ignoran a las clases bajas, y que la meritocracia es una problemática que existe y cada vez se hace más fuerte. Pero Moone no sabe lo que significa meritocracia, ella se divierte escupiendo autos, corriendo debajo de la lluvia y haciendo pedos con las axilas.
Toda la hostilidad que nos cuenta la película está contrastada por la colorida dirección de arte y fotografía. Es como una mezcla de una película de Sorín y una de Wes Anderson. Y si hablo de contraste tengo que mencionar a Willem Defoe, el actor con la cara más perturbadora haciendo del personaje más tierno y buen tipo. Mi admiración hacia Defoe no para de crecer.
Siempre me termino cuestionando la hipocresía de estas películas que relatan costados marginales de la sociedad pero que se hacen con el único fin de que te aplaudan de pie en los festivales más millonarios del mundo. Siento que el objetivo del director es decirle a los que van, por ejemplo, al festival de Cannes “Miren de lo que zafamos por haber nacido en familias acomodadas” Aunque capaz que no, capaz que esta película ayuda a concientizar. Nunca lo sabré.
Mi puntuación es de 1261 sobre 1777.
(*) no literalmente
sábado, 13 de enero de 2018
Coco
esto no es una crítica
es una opinión larga
seguido de una reflexión incoherente

Mi tía Martha se convirtió en esas viejas fascistas que odio. En realidad siempre lo fue pero me llevó un tiempo darme cuenta. Cuando nos juntamos a comer los domingos la
tengo que escuchar decir cosas como “A estos negros de mierda hay que ponerlos
contra un paredón y cagarlos a tiros” o “Esos son todos unos putos perdidos” o “Que
buenmozo que es Macri”. Y mientras la escucho me pregunto: ¿Por qué tengo que pasar
tiempo con esta señora? La respuesta que inmediatamente se me aparece es “Porque
es mi tía” Pero últimamente esa respuesta ya no me conforma.
Coco habla de eso
mismo. No de mi tía Martha, sino de la familia y de las cosas que nos unen a
ella. Esta película nos narra la historia de Miguel, un pibito que es hijo de
zapateros, nieto de zapateros, bisnieto de zapateros y tataranieto de
zapateros. Fue su tatarabuela la que empezó con el negocio después de que su
marido la abandonara para irse a tocar la guitarrita por ahí. Desde ese día ella
prohibió la música en su casa y esa costumbre pasó de generación en generación
hasta llegar a Miguel, que rechaza esa tradición. Él quiere ser músico como su
ídolo, e ídolo del pueblo, un tal Ernesto de la Cruz. Un día (justo el
día de los muertos) va a un concurso de talentos a mostrar sus habilidades para
el canto y la guitarra pero como no tiene el instrumento se mete en el nicho de
Ernesto y le roba la guitarra. Eso hace que, no sé muy bien por qué, se transporte a la dimensión de los muertos,
pero sin estar muerto. Y si no vuelve al
plano de los vivos antes del amanecer se va a quedar ahí para siempre. Para
volver necesita la bendición de algún antepasado. Su tatarabuela se ofrece a
cambio de que nunca más se dedique a la música. Y como Miguel no acepta tal
condición se va a buscar a Ernesto de la Cruz para que sea él quien lo bendiga.
Ah… claro, no te dije. Resulta que el tatarabuelo que te dije, ese que se fue
por ahí a tocar la guitarrita, es el mismísimo Ernesto. Parece un giro muy
telenovelesco, y en cierto punto lo es. No es el único que hay en la película
pero, solo por ser generoso, voy a creer que es porque México es la cuna de las
grandes telenovelas, y quizás sea un homenaje. O no.
En fin…
A partir de ahí
empieza la aventura de Miguel viajando por todo el mundo de los muertos. Se le
suma un tal Héctor, un muerto que está a punto de desaparecer porque en el
mundo de los vivos ya casi nadie se acuerda de él. Básicamente la película es eso, con algunas canciones y dos o tres plot twist
sacados de María la del Barrio. Pero bueno, las películas de Disney Pixar nunca
se caracterizaron por tener vueltas de tuerca muy jugadas. Coco respeta con mucha fidelidad el camino del
héroe, por eso casi nada llegó a sorprenderme. Aunque hay que tener en
cuenta que estas películas están orientadas a un público infantil, a niñatos y
niñatas que ni siquiera habían nacido cuando salió Toy Story. Con esto no
quiero menospreciar al público infantil, que suelen ser mucho más inteligentes
y perceptivos que los adultos. Pero que la película esté pensada para ellos
hace que tenga muchas cosas que a mí me resultaron insoportables. Como la pelea final que no tenía ninguna razón de ser,
o el personaje del perro que me rompía los huevos cada vez que aparecía, o la
sobreexplicación de la trama.
De todas formas
creo que esos plot twist predecibles o algún que otro deus ex machina(*) o
algunas oportunas elipsis están en función del avance de la historia. “El
oportunismo justifica el dinamismo” diría un Maquiavelo contemporáneo amante
de Pixar. Porque Coco no es lenta, podrá ser predecible, ñoña, repetitiva,
lenta… pero nunca una falta de respeto a la cultura mexicana. Creo.
Por lo que vi y
por lo que estuve investigando toda la producción se esforzó bastante en
respetar las tradiciones del país y específicamente la tradición del día de los
muertos. Esto por lo menos desde mi perspectiva argentina, un mexicano sabrá
decirme mejor si es así o no. Pero por lo pronto la estética, la fotografía,
los diseños de personajes y vestuarios, la música y los textos se asemejan a mi imaginario de la cultura
mexicana. Sin embargo hay que tener en
cuenta que todo esto lo vemos a través de los ojos de los yanquis. Puede
fallar.
Decir que la
animación es excelente es una redundancia cuando hablamos de una película de Pixar.
Es claro que van mejorando año a año y
su tecnología es superior a cualquier otra empresa. Obviamente todo el foco
está puesto ahí, ese es el fuerte de esta gente. La evolución desde Toy Story a
esta parte es notoria, así como también es notorio el avance de meterse en
mundos y culturas que no les pertenecen. Pero nada es tan notorio como el
estancamiento que tuvieron en cuanto a los guiones. Prácticamente es la misma
película de Pixar de siempre. Pero no me interesa tanto analizar esto como el
mensaje.
El mensaje de la
película es claro. Tan claro que parece que el director saliera de la pantalla
a decirle a los pibes “Respeten a su familia y sigan sus sueños”. Pero fue mientras
veía la película en el cine cuando me di cuenta que el mensaje si o si tenía
que decirse fuerte y claro. Atrás mío había un nene que no paraba de hablar y
de opinar. Cuando Miguel se empieza a escapar de su casa para ir al concurso de
talentos desobedeciendo a su Abuela que se lo había prohibido este nene grita “¡No!
No te vayas” No lo pude creer. No me
entró en la cabeza. Evidentemente ese nene no estaba entendiendo la película y
seguramente creía que Miguel era el villano y la Abuela era la heroína. Entonces
era muy necesario que la película le dijera de forma muy clara y casi a los
gritos: “tus viejos son unos pelotudos que no entienden nada. Vos tenés que
hacer lo que te haga feliz” Pero Coco no
habla solamente de esto.
Coco habla de
muchas cosas, pero especialmente habla de amar a tu familia por sobre todas las
cosas. Pero yo lo voy a llevar a un plano más pesimista. Coco habla de amar a
tu familia pese a todo, incluso a los que nunca conociste, incluso a los que no
te permiten crecer. Estos últimos hacen las cosas que hacen, supuestamente, creyendo que es lo mejor para vos… ¿Pero es
sano empecinarse con una decisión y obligar a tus hijos (o a tus nietos, o a
tus sobrinos) a que sigan tus pasos sin
escuchar nunca su opinión y sin replantearte si estás equivocado o no? A Miguel
finalmente lo dejan ser músico, pero para convencerlos se tuvo que cruzar al
puto inframundo y volver con pruebas precisas que demostraban que todos estaban
equivocados. En una versión más realista de esta historia Miguel hubiese
terminado agarrando la guitarra y yéndose a la mierda tal y como hizo su tatarabuelo. Prácticamente
la familia lo estaba empujando a que hiciera aquello que nunca quisieron que
haga.
Estoy de acuerdo
con la premisa de “amar a tu familia”, pero estoy completamente en contra del “pese
a todo”. A nadie hay que amar pese a
todo, esa es una pelotudez que inventó Disney. Ese "pese a todo" es el que constantemente me hace buscar excusas para seguir tolerando a mi tía Martha. A veces creo que la quiero simplemente porque es mi tía. Pero otras veces porque considero que ella es la única víctima de su
filosofía de vida y en cierto punto me da pena.
Pero volviendo a
Coco. Lo más recomendable es verla en el cine y con el doblaje latino, porque
es medio raro ver una película sobre México con personajes hablando en inglés.
Mi calificación 1457 sobre 1777.
(*) Deus ex machina es un recurso cinematográfico que aprendí viendo Lost. Básicamente significa "un hechicero lo hizo"
jueves, 11 de enero de 2018
Lady Bird
Durante mi infancia, adolescencia y protoadultez cargué con el peso de llamarme Jorge Luis. Los motivos por los cuáles me bautizaron con ese nombre son un poco cuestionables. Mi mamá me contó una vez que me puso así por Borges, sin embargo ella jamás leyó uno de sus libros. Si realmente fue así probablemente lo hizo porque Borges murió un par de meses antes de que yo naciera, no por admiración literaria. Tener 10 años y llamarse Jorge ya es algo difícil de sobrellevar, pero llamarse Jorge Luis es aún peor. Más teniendo en cuenta que mi mamá se empecinó en usar los dos nombres siempre que me hablaba. Algo que en cierto punto tiene sentido porque por algo le pusiste a tu hijo dos nombres en vez de uno. De todas formas siempre lo detesté. Su “¡Jorge Luis!” me taladró tanto la cabeza que hasta el día de hoy lo escucho mientras duermo. Bueno, tanto no. Tan traumado no quedé.
En un extremo completamente opuesto a mi mamá está mi papá. Él jamás me llamó Jorge Luis, jamás me llamó Jorge, jamás me llamó Jor. Él se refería a mi (y se sigue refiriendo) como “El Nene”. Apodo que de chico me hacía sentir aún más chico y de grande me hace sentir como un mafioso del conurbano. Ningún extremo me hacía feliz, tampoco los puntos medios. “Jorge” me resultaba un nombre de viejo, específicamente de viejo aburrido. En la escuela me apodaron "Pina", claramente por mi apellido. Y todo iba bien con ese apodo hasta que un amigo, Casper, me dijo que así se llamaba una vieja que era vecina suya. Evidentemente estaba destinado a llevar un nombre octogenario. Me pregunto si mi personalidad de mi yo adulto se moldeó a partir de mi nombre, si ciertos aspectos de mi inmadurez son producto de esos “Nene” que me decía mi papá. Qué hubiese pasado si me llamaba Santiago o Federico. Qué hubiese pasado si me imponía ante mi madre y le pedía que no me llame más Jorge Luis. Qué hubiese pasa si hubiese tenido la creatividad de inventarme un apodo que me haga sentir cómodo. Por ejemplo... no sé... El Laucha.
Christine se hace llamar Lady Bird porque su nombre no la identifica. La película arranca con esta adolescente que no está conforme con ningún aspecto de su vida, específicamente con el lugar donde vive. Vive en un pueblo muy chico y muy católico que pareciera no brindarle oportunidades para su futuro. Y por lo que entendí su casa queda como en las afueras del pueblo, en una zona donde vive la gente de clase media tirando a baja (*) Ella tiene la sensación de que todos están en su contra y que nadie la deja crecer. Con el tiempo irá descubriendo si eso es realmente así o es una paranoia adolescente o un poco de las dos cosas. Apuesto más por lo segundo porque creo que la película nos quiere mostrar específicamente eso... que hay grises.
En la reseña de Call Me By Your Name expresé mis deseos de tener unos padres como los del protagonista, porque mis padres eran más parecidos a los de esta película. La directora y guionista, una tal Greta Gerwig, nos muestra a los padres de Lady Bird desde la perspectiva de una adolescente rebelde. Pero yo, un hombre adulto que tiene trabajo y barba, pude llegar a ver a mis propios padres desde mi óptica actual y verme a mí mismo reflejado en Lady Bird. Pero por suerte la película no se para en ninguna postura. No es una mirada resentida ni culposa. Es una mirada objetiva para que notemos que estos padres a veces la cagan sin darse cuenta, y que la rebeldía adolescente no es un capricho sino que es la respuesta a no encajar en ningún lado.
El guión no se queda en eso solamente, la va llevando a Lady Bird por distintos conflictos. Ninguno muy original, todos ya demasiado vistos en el cine (que la virginidad, que la homosexualidad, que la amistad, que ser pobre, etc) pero ahora con una mirada más siglo XXI y desde el punto de vista de una mujer. Si tuviese que compararla con otra película la compararía con Superbad, pero son muy diferentes. Así que la comparación no tiene sentido.
No es la mejor película del 2017 pero si tiene, junto con Good Time, uno de los mejores montajes del año. Usa la misma premisa de mostrarnos específicamente lo que necesitamos y no andar con planos fijos de cinco minutos de Lady Bird comiéndose una tarta(**) La película tiene un montaje adolescente que va al ritmo de las inquietudes de la piba y de ese frenetismo que nos genera querer hacer muchas cosas pero no saber por dónde empezar. Sumándole todos los paralelismos que generan entre Lady Bird y su madre, y esos montajes terroríficos donde nos muestran cómo funciona una escuela católica y su malévolo régimen adoctrinador. Y me parece que le sobran veinte minutos o media hora. Pero esa es una sensación que tengo con casi todas las películas.
Lo más criticable de Lady Bird es su condición de olvidable, porque por más que me gustó y la pasé muy bien viéndola seguramente en dos meses no me acuerde de su existencia. Aunque si la hubiese visto de adolescente me hubiese pegado mucho más, porque como Lady Bird acepté mi nombre ya de grande, incluso le agregué un “Don” al “Jorge” para legalizar más que tengo un nombre de vejete. Aunque investigando en internet descubrí que hubo una proliferación de niños bautizados Jorge Luis entre 1986 y 1987, supongo yo que gracias a Jorge Luis Burruchaga integrante de la selección que salió campeón del mundo en México 86.
En un extremo completamente opuesto a mi mamá está mi papá. Él jamás me llamó Jorge Luis, jamás me llamó Jorge, jamás me llamó Jor. Él se refería a mi (y se sigue refiriendo) como “El Nene”. Apodo que de chico me hacía sentir aún más chico y de grande me hace sentir como un mafioso del conurbano. Ningún extremo me hacía feliz, tampoco los puntos medios. “Jorge” me resultaba un nombre de viejo, específicamente de viejo aburrido. En la escuela me apodaron "Pina", claramente por mi apellido. Y todo iba bien con ese apodo hasta que un amigo, Casper, me dijo que así se llamaba una vieja que era vecina suya. Evidentemente estaba destinado a llevar un nombre octogenario. Me pregunto si mi personalidad de mi yo adulto se moldeó a partir de mi nombre, si ciertos aspectos de mi inmadurez son producto de esos “Nene” que me decía mi papá. Qué hubiese pasado si me llamaba Santiago o Federico. Qué hubiese pasado si me imponía ante mi madre y le pedía que no me llame más Jorge Luis. Qué hubiese pasa si hubiese tenido la creatividad de inventarme un apodo que me haga sentir cómodo. Por ejemplo... no sé... El Laucha.
Christine se hace llamar Lady Bird porque su nombre no la identifica. La película arranca con esta adolescente que no está conforme con ningún aspecto de su vida, específicamente con el lugar donde vive. Vive en un pueblo muy chico y muy católico que pareciera no brindarle oportunidades para su futuro. Y por lo que entendí su casa queda como en las afueras del pueblo, en una zona donde vive la gente de clase media tirando a baja (*) Ella tiene la sensación de que todos están en su contra y que nadie la deja crecer. Con el tiempo irá descubriendo si eso es realmente así o es una paranoia adolescente o un poco de las dos cosas. Apuesto más por lo segundo porque creo que la película nos quiere mostrar específicamente eso... que hay grises.
En la reseña de Call Me By Your Name expresé mis deseos de tener unos padres como los del protagonista, porque mis padres eran más parecidos a los de esta película. La directora y guionista, una tal Greta Gerwig, nos muestra a los padres de Lady Bird desde la perspectiva de una adolescente rebelde. Pero yo, un hombre adulto que tiene trabajo y barba, pude llegar a ver a mis propios padres desde mi óptica actual y verme a mí mismo reflejado en Lady Bird. Pero por suerte la película no se para en ninguna postura. No es una mirada resentida ni culposa. Es una mirada objetiva para que notemos que estos padres a veces la cagan sin darse cuenta, y que la rebeldía adolescente no es un capricho sino que es la respuesta a no encajar en ningún lado.
El guión no se queda en eso solamente, la va llevando a Lady Bird por distintos conflictos. Ninguno muy original, todos ya demasiado vistos en el cine (que la virginidad, que la homosexualidad, que la amistad, que ser pobre, etc) pero ahora con una mirada más siglo XXI y desde el punto de vista de una mujer. Si tuviese que compararla con otra película la compararía con Superbad, pero son muy diferentes. Así que la comparación no tiene sentido.
No es la mejor película del 2017 pero si tiene, junto con Good Time, uno de los mejores montajes del año. Usa la misma premisa de mostrarnos específicamente lo que necesitamos y no andar con planos fijos de cinco minutos de Lady Bird comiéndose una tarta(**) La película tiene un montaje adolescente que va al ritmo de las inquietudes de la piba y de ese frenetismo que nos genera querer hacer muchas cosas pero no saber por dónde empezar. Sumándole todos los paralelismos que generan entre Lady Bird y su madre, y esos montajes terroríficos donde nos muestran cómo funciona una escuela católica y su malévolo régimen adoctrinador. Y me parece que le sobran veinte minutos o media hora. Pero esa es una sensación que tengo con casi todas las películas.
Lo más criticable de Lady Bird es su condición de olvidable, porque por más que me gustó y la pasé muy bien viéndola seguramente en dos meses no me acuerde de su existencia. Aunque si la hubiese visto de adolescente me hubiese pegado mucho más, porque como Lady Bird acepté mi nombre ya de grande, incluso le agregué un “Don” al “Jorge” para legalizar más que tengo un nombre de vejete. Aunque investigando en internet descubrí que hubo una proliferación de niños bautizados Jorge Luis entre 1986 y 1987, supongo yo que gracias a Jorge Luis Burruchaga integrante de la selección que salió campeón del mundo en México 86.
(*) Un yanki de clase baja es el equivalente a un argentino de clase media.
(**) Hablo de la película A Ghost Story, película que me encantó especialmente por ese tipo de planos, porque ahí si tenían que ver con la película.
(***) No supe donde meter el puntaje así que lo meto acá. Es de 1368 sobre 1777.
miércoles, 10 de enero de 2018
Three billboards outside Ebbing Missouri
esto no es una crítica
es un recordatorio para el Jorge del futuro
Sepan disculpa la redacción vergonzosa
Three billboards outside Ebbing Missouri, que nombre de mierda. No me lo pude aprender hasta que no terminé de ver la película. Y aún así tampoco me sale escribirlo. Mucho menos pronunciarlo. Para buscar algo de la película tenía que poner en Google "Woody Harrelson película 2017" y ahí con suerte aparecía el nombre. Gracias a esta retorcida forma de buscar aprendí muchas cosas sobre la vida de Woody (Harrelson, no Allen) Me enteré que es vegano, que está a favor la la legalización de la marihuana, que no come comida cocinada(*) y que un día lo metieron preso por cultivar marihuana pero después se descubrió que en realidad estaba cultivando cáñamo como un experimento para demostrar que la ley es estúpida. No hace falta ningún experimento para demostrar eso.
En fin.
Al final pude bajarla y verla. Three billboards outside Ebbing Missouri (copio y pego cada vez que tengo que escribir el nombre) nos cuenta la historia de una mujer, Frances McDormand, que perdió a su hija a manos de un violador. Siete meses después la policía sigue sin encontrar al culpable y pareciera no tener intensiones de hacerlo. Cansada de la inoperancia policial pone al costado de la ruta tres carteles gigantes. Uno dice "¿Todavía no hay arrestos?", otro dice "¿Qué pasa, jefe Willoughby?" Y, finalmente, "La violaron mientras moría". Esto va desmembrando varias historias de los habitantes del pueblito ese. Por un lado la del tal Jefe Willoughby (interpretado por el vegano Harrelson) que es el jefe de la policía y que según él ya no hay formas de avanzar con el caso. Y además tiene cáncer. La historia de Sam Rockwell, un policía racista que vive con la madre. Y la historia del pueblo en general que toma diferentes posturas: #TeamSeñora o #TeamPolicía.
Aunque la película intenta plantearte objetivamente esas dos posturas es imposible no ponerse en el #TeamSeñora. A la mujer le mataron (y violaron) una hija y el culpable sigue sin aparecer, y desde su perspectiva la policía no está haciendo nada. Su escrache es válido pero empezamos a dudar cuando conocemos un poco a Woody, que pareciera ser un tipo honesto y muy sincero cuando le dice que la investigación está trabada y que ya hicieron todo lo posible, pero volvemos a dudar cuando somos testigos de lo impresentables que son en la comisaría. Y seguimos dudando cuando el cáncer de Woody avanza. Pero después nos enteramos que la Señora no era tan buena madre antes de que su hija muriera como lo es con ella ya muerta. Después se siguen presentando argumentos y se siguen presentando dudas. Con todo esto se nos despierta una doble moral que es lo que más destaco de control C control V Three billboards outside Ebbing Missouri. Y en el medio de este debate moralista, de esta guerra civil entre los civiles y la policía, se pierde, intencionalmente, el foco de lo realmente importante: la chica sigue muerta y el culpable sigue libre.
Alejándonos un poco de lo argumental creo que el tono que se eligió para narrar la película fomenta esta doble moral que mencioné antes. La tragedia es atravesada por la comedia en los momentos más inoportunos (inoportunos para la situación, no para para la película) y al principio tardé en entender por qué el director metía chistes malos en situaciones tensas, pero ya para la mitad entendí que no es que los chistes eran malos sino que el drama rural estaba atravesado por una comedia dominguera para crear un retorcido humor negro que hacia que me pregunte "¿Está bien qué me ría con esto? Pongo un ejemplo: en una parte la Señora está charlando con el ex marido (a quien ya se lo había acusado de violento) y en un momento el tipo revolea la mesa a la mierda,agarra a la Señora del cuello y la estampa contra la pared. Después aparece el hijo de ambos y le pone un cuchillo en el cuello al tipo para que suelte a la madre. A este cuadro de violencia de género y familia disfuncional se le suma la novia nueva del tipo (una especie de Jillian, la novia rubia de Bryan en Padre de Familia) y todos se quedan paralizados cuando la ven y ella dice que solo quería ir al baño. Esta estructura cómica la vimos miles de veces, pero acá el remate del chiste (que sería la chica presenciando la situación) no viene después de una narrativa humorística, todo lo contrario. Es ahí donde el tono se vuelve no solo interesante, también se vuelve fundamental para el relato. Y no quiero que se confunda esto que digo con un alivio cómico, porque no va por ahí. Aunque capaz que si y yo estoy diciendo cualquier cosa.
Otra cosa fundamental para que todo ese ir y venir sea verosímil son las actuaciones de Frances McDormand, Sam Rockwell y Woody Harrelson. También hay que destacar la breve participación de Caleb Landry Jones (el hermano racista de Get Out) y la aún más breve y más participación de Tyrion Lannister, que me lleva a la conclusión que hoy por hoy es el único enano disponible en Hollywood.
Hay ciertos aspectos que no me gustaron (y que incluso me parecieron una cagada) como oportunismo del guión para que la trama avance o un flashback desubicado o un ciervo mal hecho que me remitió al de The Walking Dead. Pero son detalles que no opacan la película, lo más importante es aceptar el tono que propone el director. Si no comprás eso seguramente la película no te va a gustar. En resumen, le voy a poner un 1581 sobre 1777.
(*) no es que come comida cruda. Como comida que no necesite cocción... como un tomate o una pera.
martes, 9 de enero de 2018
Good Time
... esto no es un crítica.
... es una opinión egocéntrica que oficia de ayuda memoria
La computadora no tiene ni dos meses y ya me está andando mal. Tiene sus buenos momentos donde va todo rápido y normal, donde somos felices y siento que somos el uno para el otro. Pero cada tanto todos los programas me dejan de responder, me ignoran, me rechazan. A la noche se apagó sola, como si se hubiese ido sin avisar y dando un portazo. La volví a prender… y no prendía. Arrancaba, si. Solo el logo de la marca y después la pantalla se quedaba en negro. Reinicié un par de veces y siempre pasaba lo mismo. La computadora estaba ahí pero no me dirigía la palabra. Ni siquiera me miraba. Unos minutos después volvió a la normalidad. Me perdonó y yo la perdoné. Aún está en periodo de garantía, debería llevarla para que me la arreglen. Pero me da muchísima paja. Llevarla a arreglar significa desconectar todo, meter las cosas en una caja, buscar la garantía, llevarla hasta el técnico y dejarla ahí andá a saber cuánto tiempo. No tengo ganas. Me aferro a la esperanza de que esta situación no se vuelva a repetir.
Cuando finalmente prendió me encontré con otra mala noticia. Internet se volvió a cortar. Otra vez. El cuerpo se me llenó de ira, indignación y desesperación. Tuve ganas de destrozar toda mi casa como Tommy Weasu en The Room. Tuve ganas de ir con una antorcha hasta la central de Fibertel y prenderla fuego.
No lo hice.
Inhalé.
Exhalé.
Y me rendí. No hay nada que hacer. Internet volverá cuando tenga que volver y se cortará de nuevo cuando se tenga que cortar. Me tendré que acostumbrar a eso. Todos nos tendremos que acostumbrar a lo mismo.
Mis planes para esta noche eran ver Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, pero no la tenía bajada. Por suerte tenía otra película perdida por ahí que de no ser por el corte abrupto de internet no la hubiese visto nunca. Así que gracias al ineficiente servicio de Fibertel vi la mejor película del 2017.
Good Time nos cuenta la historia de dos hermanos que asaltan un banco pero en la fuga atrapan a uno de ellos. Cuestión que el otro va a estar casi toda la película intentando sacarlo. Y ese “casi toda la película” ocurre en una sola noche. Y ahí está el primer punto interesante que nos ofrecen, mostrarnos una noche eterna desde el punto de vista de un hombre desesperado por sacar a su hermano de la cárcel y dispuesto a hacer cualquier cosa por conseguirlo. Enumerar las cosas que hace seria arruinarles la película, porque ahí está el segundo punto interesante, los giros argumentales. La película está tan perdida como el protagonista, en ningún momento tienen en claro hacia dónde quieren ir y cuando parece que encuentran el rumbo pegan un volantazo y se van para el otro lado. El protagonista no sabe qué hacer y va improvisando sobre la marcha, y el director se las ingenió para que los espectadores tengamos esa misma sensación. La sensación de no saber qué va a pasar. Y acá mecho con el tercer punto interesante, la cámara en mano. Siempre me gustaron las películas filmadas con cámara en mano, siento que soy parte de la película y no que estoy mirando a través de una ventana. No quiero ser absolutista con esto porque no siempre la cámara en mano funciona bien y no siempre los planos fijos te dejan afuera. Acá funciona perfectamente porque llegás a sentir el mismo vértigo y la misma adrenalina que el protagonista. Y ese es el cuarto punto interesante, el protagonista.
Casi en la mitad de la película Natalia me pregunta:
- ¿Ese es el de Crepúsculo?
Me incorporo (porque estaba tirado en la cama) agudizo un poco mi vista y… efectivamente era el muchacho de Crepúsculo. Mucho más flaco y demacrado, supongo yo que para interpretar a este personaje. Creo que nunca lo vi actuar más allá de Crepúsculo y si me preguntaban no daba dos pesos por ese pibe. Acá me cerró el orto. Si bien no es una actuación tan versátil o virtuosa como otras que ya mencioné en este blog, es una actuación minimalista para que entiendas, justifiques y compartas todo lo que está haciendo. Hace lo necesario para que la película funcione.
Si tuviera que destacar un quinto punto destaco el montaje, que se adapta a la vorágine del guión. En oposición a Call Me By Your Name donde el montaje es lento y tenemos que ver como los protagonistas se alejan y se alejan y se alejan hasta que se pierden en el horizonte, Good Time nos muestra lo que la historia necesita. A veces quizás exageran en los cortes y no nos termina de quedar claro por qué tal personaje se unió a la aventura o cómo hicieron para ir de tal punto a tal otro. Pero en esta película no importa mucho el recorrido sino el destino.
La mejor película del 2017 y una de las mejores del milenio. Mi puntuación 1604 sobre 1777.
domingo, 7 de enero de 2018
Last Flag Flying
... esto no es un crítica.
... es una opinión egocéntrica
egocéntrica y enojada
egocéntrica y enojada
Cuando me enteré de la existencia de esta película me dije "Esto no puede fallar", porque básicamente me dejé llevar por el elenco. Nunca averigüe de qué se trataba, ni leí una sinopsis ni vi un trailer. Consideré que si estaban Bryan Cranston y Steve Carell la película iba a ser irremediablemente buena. ¿Por qué? ¿Por qué ese fanatismo irracional a algo que no conocía? Lo puedo explicar brevemente. Cuando pienso en Bryan Cranston pienso en Breaking Bad y en su excelente interpretación de Walter White. Cuando terminó esta serie tenía más ganas que el mismo Bryan de que empiece a protagonizar películas. Esa sensación se me metió en el cerebro y echó raíces. Tanto se aferró que no me la pude sacar ni cuando vi Why Him? o The Infiltrator o Trumbo o Wakefield... todas películas de Cine Shampoo con un Bryan Cranston mediocre. Y a pesar de que el tanteador va 1 buena contra 5 malas (contando Power Rangers) aún sigo creyendo que Cranston es un buen actor, y lo peor es que sigo esperando que protagonice algo a la altura de Breaking Bad.
Antes de analizar a Steve Carrel explico un poco lo que es Cine Shampoo. Era un ciclo de cine que pasaban en Canal 13 los sábados y los domingos. Las películas que pasaban eran en general berretas, para toda la familia y simplonas. En resumidas cuentas películas olvidables. Con suerte pasaban Sopa de Gemelas seguida de los Goonies y ahí te zafabas la tarde. Volviendo a Steve Carrel...
Con él pasa algo similar a lo que pasa con Bryan. Steve despegó cuando protagonizó la versión yanki de The Office y demostró que era tan buen actor cómico como drámatico. Lejos de un personaje típico de una sitcom barata, Carrel hizo con Michael Scott algo hermosamente complejo y tridimensional (*) La sensación fue la misma... cuando el tipo se vaya para el cine la rompe, me dije. Pero después de ver Café Society, Battle of the Sexes y Foxcatcher descubrí que Steve tiene dos personajes: el excéntrico de The Office y el calmado. Sus matices rebotan entre esos dos puntos. Nada más.
A este hypeo innecesario hay que sumarle que disfruto mucho las películas basadas exclusivamente en el guión y la actuación. Buenos ejemplos de este tipo de películas son Carnage, Tape, Fences y The Man from Earth. Un mal ejemplo de esto es Last Flag Flying.
La cosa trata de tres ex combatientes de Vietman (a los dos que ya mencioné hay que sumarle a Morpheus) que se reencuentran después de muchos años porque Carrel quiere que lo acompañen a enterrar a su hijo muerto. A partir de ese encuentro los tres amigos van viajando de acá para allá poniéndose al día, riendo, llorando, peleando y demás recursos dramáticos. ¿Por qué la fórmula "tres buenos actores actuando si funciona en Carnage y acá no? Porque no es una fórmula. No basta con actuar bien y sentarte a mostrarnos todos tus recursos actorales como si fuese un catálogo. Tiene que haber cierto tipo de verosimilitud en el guión para que este vaya guiando al actor y no al revés. Acá todo parece forzado, como si el director les hubiese dicho "Acá se tienen que reír porque supuestamente son amigos", "Acá se tienen que pelear porque se llevan un poco mal" Pero no hay nada que sostenga esas indicaciones. Las situaciones son más parecidas a una clase de teatro que a una película en si.
Steve Carrel no cae tan mal parado porque dentro de todo hace del Steve Carrel tranquilo. Morpheus no hace nada más que sonreír cada tanto. Pero Bryan... ay Bryan. Que desastre. De las sutilezas de Breaking Bad a esto. ¿Cómo pasó? ¿Qué pasó? ¿En qué te has convertido?
Sin dudas las actuaciones y los pocos puentes que tiene el guión entre una situación y otra (incluso entre una frase y otra) son lo peor de la película. Pero todavía me falta hablar del mensaje. El hijo de Steve murió en la guerra, y a pesar de que el ejército le quiere hacer creer que murió como un héroe se termina enterando que no fue así, que se murió mientras estaba comprando no sé que cosa. Hasta ese entonces parecía ser una crítica al servicio militar yanki y a su necesidad de inventar héroes donde no los hay. Incluso hay un breve momento donde cuestionan el rol de Bush en todo el tema de la guerra. Pero la película termina con Carrel emocionado leyendo una carta que le dejó su hijo diciéndole de lo orgulloso que estaba de servir a la patria y de morir por la misma. Y pedía por favor que lo entierren con el uniforme. A esto hay que sumarle que lo entierran haciendo todo el protocolo militar, y Byan y Morpheus, que estuvieron gran parte de la película criticando al ejército, acá se ponen los uniformes para seguir paso a paso dicho protocolo. Entonces no entiendo si la película nos muestra una doble moral existente en el yanki promedio o si los personajes terminaron aprendiendo que lo mejor que te puede pasar es enlistarte y matar árabes por ahí.
De a poco voy aprendiendo, pero igual aún no estoy listo para sacar a Bryan Cranston y a Steve Carrel de mi altar. Cinco o seis películas malas más y los saco. Mi puntuación es de 533 sobre 1777.
(*) Acá usé tres cosas que detesto leer en las críticas: referime al actor solo por el apellido, usar el adjetivo "hermoso", y decir "tridimensional. Les pido disculpas.
sábado, 6 de enero de 2018
Wonder Wheel
La primer salida al cine del año. Fui caminando hasta Cinema City y en el medio hice una parada en el kiosco para interrumpir brevemente mi dieta de NO-HARINAS comprándome una Rhodesia. No comía rhodesias desde hacía varios meses y me llevé la desagradable sorpresa de que habían reducido su tamaño. Esto ya pasó un tiempo atrás cuando las hicieron un poco más angostas. Pero ahora las hicieron un poco más finas. Pareciera que la rhodesia va a la par de la crisis nacional, como un símbolo que nos recuerda que se está yendo todo a la mierda.
Entramos al cine y notamos que había más gente de la que esperaba. Casi todos matrimonios sesentones bien vestidos. Hombres de camisa y camperas marrones, mujeres con echarpes y cabelleras teñidas. Claro, es sábado a la noche. La entrada sin descuento está 170 pesos, es el día y horario perfecto para que los jovatos salgan tranquilos al cine sin tener que soportar a la juventud que ellos consideran insoportable. Lo son.
Después de varios trailers de películas europeas y argentinas empezó la película. Es fácil adivinar como va a empezar una película de Woody Allen. Un fondo negro, música de jazz de fondo, letras blancas con la tipografía característica mencionando el reparto y después la voz en off del narrador situándonos en tiempo y espacio: Coney Island, años cincuenta. Lamentablemente el narrador es Justin Timberlake, y hay que soportarlo casi toda la película. Para compensar está Kate Winslet que interpreta a una madura ama de casa atravesada por los conflictos de no llevar la vida de actriz que siempre soñó, de tolerar a su esposo alcohólico y machista y de educar a su hijo con tendencias piromaníacas. Encuentra un mísero escape de felicidad teniendo un romance con Justin, pero inmediatamente se le desmorona todo cuando aparece la hija de su marido, una rubiecita más joven que ella, que se roba el corazón del ex NSYNC. A todo esto la rubiecita es la ex mujer de un capo mafia que la busca por todos lados.
Para narrarnos esta historia el pederasta Allen utiliza una puesta en escena ya clásica en su filmografía: la cámara a disposición de los actores. Hay varios planos secuencia donde seguimos a los protagonista que van y vienen por la casa llevando adelante el conflicto. Incluso hay dos o tres escenas donde el plano está fijo en Kate durante cuatro o cinco minutos mientras ella monologuea como una campeona. Cuando terminó la película una señora de corte carré que estaba atrás mío le dijo al marido "Fue muy teatral". Le hubiese respondido que si, que tenía razón. Pero no hablo con mujeres con más de sesenta años.
Kate es el alma de la película, y como pasa en Blue Jasmine o en The Purple Rose of Cairo, el papel fue escrito a la medida de la actriz. ¿Qué significa eso? Casi nada. Básicamente es una forma elegante de decir que la actriz estuvo bien. Pero socavando un poco más en esa frase trillada y de crítica berreta podría significar que ese personaje no lo hubiese podido hacer cualquier otra actriz, por más buena que fuera. Quizás una Jessica Lange, o quizás una Susan Sarandon, alguien que tenga cierto peso actoral y un dejo de hinchades de huevos (o de ovarios estúpido machista). Creo que Kate hace la mejor interpretación de su carrera, o por lo menos comparte podio con sus papeles en The Reader o Revolutionary Road. Pero en un extremo opuesto está el carilindo Justin, que durante la primer mitad no molesta pero ya en la segunda donde tiene que actuar un poco más queda muy expuesto por no decir que queda como un pelotudo. El año pasado Woody nos demostró que la piba de Crepúsculo si quiere puede actuar bien, este año no pudo hacer lo mismo con Justin. Actuar no es para cualquiera.
Woody Allen está lejos del mejor Woody Allen, pero no tan cerca del peor. En sus últimas diez películas hizo más foco en la dirección de fotografía y de arte que en otra cosa. Creo que en Wonder Wheel logra su mejor trabajo (que en realidad no es SU trabajo) Y si bien es visualmente perfecta queda un poco raro en la playa haya cincuenta personas vestidas en una misma gama de colores.
Mi puntuación es 1066 sobre 1777.
Entramos al cine y notamos que había más gente de la que esperaba. Casi todos matrimonios sesentones bien vestidos. Hombres de camisa y camperas marrones, mujeres con echarpes y cabelleras teñidas. Claro, es sábado a la noche. La entrada sin descuento está 170 pesos, es el día y horario perfecto para que los jovatos salgan tranquilos al cine sin tener que soportar a la juventud que ellos consideran insoportable. Lo son.
Después de varios trailers de películas europeas y argentinas empezó la película. Es fácil adivinar como va a empezar una película de Woody Allen. Un fondo negro, música de jazz de fondo, letras blancas con la tipografía característica mencionando el reparto y después la voz en off del narrador situándonos en tiempo y espacio: Coney Island, años cincuenta. Lamentablemente el narrador es Justin Timberlake, y hay que soportarlo casi toda la película. Para compensar está Kate Winslet que interpreta a una madura ama de casa atravesada por los conflictos de no llevar la vida de actriz que siempre soñó, de tolerar a su esposo alcohólico y machista y de educar a su hijo con tendencias piromaníacas. Encuentra un mísero escape de felicidad teniendo un romance con Justin, pero inmediatamente se le desmorona todo cuando aparece la hija de su marido, una rubiecita más joven que ella, que se roba el corazón del ex NSYNC. A todo esto la rubiecita es la ex mujer de un capo mafia que la busca por todos lados.
Para narrarnos esta historia el pederasta Allen utiliza una puesta en escena ya clásica en su filmografía: la cámara a disposición de los actores. Hay varios planos secuencia donde seguimos a los protagonista que van y vienen por la casa llevando adelante el conflicto. Incluso hay dos o tres escenas donde el plano está fijo en Kate durante cuatro o cinco minutos mientras ella monologuea como una campeona. Cuando terminó la película una señora de corte carré que estaba atrás mío le dijo al marido "Fue muy teatral". Le hubiese respondido que si, que tenía razón. Pero no hablo con mujeres con más de sesenta años.
Kate es el alma de la película, y como pasa en Blue Jasmine o en The Purple Rose of Cairo, el papel fue escrito a la medida de la actriz. ¿Qué significa eso? Casi nada. Básicamente es una forma elegante de decir que la actriz estuvo bien. Pero socavando un poco más en esa frase trillada y de crítica berreta podría significar que ese personaje no lo hubiese podido hacer cualquier otra actriz, por más buena que fuera. Quizás una Jessica Lange, o quizás una Susan Sarandon, alguien que tenga cierto peso actoral y un dejo de hinchades de huevos (o de ovarios estúpido machista). Creo que Kate hace la mejor interpretación de su carrera, o por lo menos comparte podio con sus papeles en The Reader o Revolutionary Road. Pero en un extremo opuesto está el carilindo Justin, que durante la primer mitad no molesta pero ya en la segunda donde tiene que actuar un poco más queda muy expuesto por no decir que queda como un pelotudo. El año pasado Woody nos demostró que la piba de Crepúsculo si quiere puede actuar bien, este año no pudo hacer lo mismo con Justin. Actuar no es para cualquiera.
Woody Allen está lejos del mejor Woody Allen, pero no tan cerca del peor. En sus últimas diez películas hizo más foco en la dirección de fotografía y de arte que en otra cosa. Creo que en Wonder Wheel logra su mejor trabajo (que en realidad no es SU trabajo) Y si bien es visualmente perfecta queda un poco raro en la playa haya cincuenta personas vestidas en una misma gama de colores.
Mi puntuación es 1066 sobre 1777.
Brawl In Cell Block 99
...esto no es una crítica.
Es un recordatorio para Jorge del futuro
Para cuando no me acuerde nada de nada
Era viernes. Me desperté a la una del mediodía, desayuné y me volví a acostar para ver esta película. Eso significa que es enero. Si bien sigo trabajando igual que el resto del año siento que este mes me da la impunidad de llevar esa vida parasitaria sin vergüenza.
Esta película me llegó por varias recomendaciones (específicamente de Matías Parkman, El Facha y Pereza) y además la vi en varias listas de las favoritas del 2017. A esto le sumo que las historias ambientadas en cárceles me atraen bastante. Y el poster es bastante atractivo, pero parecido al de la película Celda 911. Todos esos motivos hicieron que tipo una y media del mediodía le diera play a Brawl In Cell Block 99. Dos horas después me sentí estafado. Después se me pasó.
Esta película nos muestra a Vince Vaughn tratando de salir de su lugar de actor cómico barato y hacernos creer que es un actor que se adapta a cualquier género. Acá interpreta a un ex boxeador que como no tiene un mango se pone a traficar drogas. Un día lo atrapan y lo meten preso. Todo esto le lleva al director como cuarenta minutos de película. Pero ni bien puso un pie en la cárcel dije "Genial, ya está en el bloque 99" Pero no. No estaba ahí. A todo esto los narcos le secuestraron a la mujer y tienen intenciones de abortarle al pibe que lleva en su vientre... a menos que... A menos que Vince se haga meter en otra cárcel de mayor seguridad para matar a un tipo. Vince caga a piñas a un par de guardias con tanta suerte que lo trasladan a dicha cárcel. Todo esto llevó otros quince minutos. Pero ni bien pone un pie en la cárcel dije "Genial, ya está en el bloque 99" Pero no. No estaba ahí todavía. Para eso faltaba que se cague a piñas con otros guardias para que lo castiguen y lo metan en el bloque 99. Así que finalmente, después de una hora y pico de película, llega al dichoso bloque. No voy a seguir relatando el argumento porque no hace falta.
La película en general no me gustó. Tiene muy buenas peleas, filmadas casi sin cortes y dejando que los actores hagan su coreografía. Se cagan a piñas feo. Feo feo. Los golpes se sienten como verdaderos. Cada tanto los sonidos de los huesos rotos me hicieron acordar un poco a uno de los últimos Mortal Kombat que salió (*), pero eso era apenas un adelanto de lo que se iba a venir. Las peleas gradualmente van tomando un tono más bizarro al mismo tiempo que Vince se va transformando en un Logan imbatible capaz de aplastarte la cabeza de un pisotón o decapitarte a patadas. Desconozco las intenciones del director, pero si fueron mostrar peleas realistas fracasó rotundamente. Y si fueron mostrar peleas brutalmente exageradas se quedó corto. Más si viste Machete o Ricky Oh.
Brawl In Cell Block 99 arranca recién en la segunda hora. La primera es una pérdida valiosa de tiempo donde nos presentan a un personaje que no hace falta conocer. A esto hay que sumarle una espantosísima metáfora de la crema y la leche. Él cuenta que cada vez que va a tomar un café a la estación de servicio los "dispenser" de crema y leche no tienen carteles, y él termina eligiendo al azar pero nunca le toca lo que quiere. Después compara ese hecho estúpido con su vida, más o menos reflexiona con que nunca tiene lo que quiere, y que su sueño es que alguna vez le toque el dispenser de crema cuando quiere crema. Lo expliqué como la mierda, en la película está mejor explicado pero no por eso suena menos idiota.
Hay algunos aspectos destacables en cuanto a planos y fotografía, pero no quiero perder tiempo en eso. Prefiero usarlo en señalar lo infantiloidemente malo que es el director de la cárcel. ¡No sabés lo que le hace! Lo obliga a cambiarse en frente de los guardias... lo pone en una celda con un inodoro todo cagado... después lo pone en otra celda con el piso lleno de vidrio. Pero que malote. Claramente esta gente no vio Tumberos. Pobre de ellos. Es importante destacar el personaje ese está interpretado por Don Johnson, el de Miami Vice.
Básicamente esta podría haber sido una película de Liam Neeson, pero se hicieron los pretenciosos y quedaron a mitad de camino entre Taken y Ricky Oh. Si mi puntuación parece un poco elevada es gracias a la escueta pero precisa actuación de Vince y a los momentos violentos más realistas que hicieron que me duelan un poco las articulaciones. Así que le pongo un 812 sobre 1777.
(*) No recuerdo que número de Mortal Kombat es. Es uno que jugué con René en su X-Box. Los personajes tienen un movimiento especial que cuando lo ejecutan se hacen unos primerísimos primeros planos a los huesos y se ve y se escucha como se rompen.
jueves, 4 de enero de 2018
I, Tonya
...esto no es una crítica.
Es un recordatorio para Jorge del futuro
Para cuando no me acuerde nada
Parece que la historia de Tonya Harding es considerada como uno de los escándalos más importantes de la historia del mundo del deporte. Nunca me enteré de lo que pasó hasta meses atrás de ver la película, y esto puede ser o porque el patinaje sobre hielo nunca fue muy popular en mi país o porque justo en ese año (en el 94) ocurrió otro escándalo deportivo mucho más relevante, por lo menos para mi. Me refiero a la enfermera llevándose de la mano a Maradona para hacerle el control antidopping que eventualmente iba a dar positivo. En ese entonces yo tenía ocho años y no recuerdo absolutamente nada del mundial. Pero si recuerdo a un periodista anunciándole a todo el país que el dopping fue positivo, e inmediatamente lo mecharon con la escena de la enfermera que mencioné antes. Que Maradona se drogaba no era una novedad, pero él aseguraba que justo durante esos días no lo había hecho, que fue todo un complot entre Grondona y otros dirigentes de la FIFA. Y frente a las cámaras tiró una frase que quedó para siempre en nuestra cultura popular: Me cortaron las piernas. Ese día se le rompió el corazón a un país. Exagero. Solamente a los que les gusta el fútbol o a los que se le rompe el corazón con boludeces. Irónicamente toda esta situación ocurrió en Estados Unidos, sin embargo para los yankis fue mucho más relevante que una patinadora importante como Tonya Harding contrate a unos sicarios para que le rompan la rodilla a su competidora Nancy Kerrigan.
Viendo la película me di cuenta que el hecho en si ya lo había visto en otro lado sin saber que estaban haciendo una alusión al tema. En el capítulo de Los Simpsons, ese donde Homero arma su propio grupete de bowling, hay una escena donde Moe le da un tubazo en la rodilla a Burns para que no pueda jugar. El chiste acá es que ocurre todo lo contrario, el golpe le acomoda la rodilla dislocada que se estaba quejando. Gracias Llanero Solitario.
En la película, y en la historia real también, pasa lo que uno espera que pase. El tubazo le rompe la rodilla a la patinadora enemiga de Tonya y a partir de ahí se desencadenan una serie de investigaciones que terminan descubriendo que fue su marido y su guardaespaldas quienes orquestaron todo el asunto. Ella sale libre de cargos aunque le prohíben volver a patinar en competencias oficiales. La película abarca estos hechos aunque nos cuentan la historia desde los inicios de Tonya como patinadora, su relación con la madre, con su marido golpeador y cómo tuvo que amoldar su personalidad y estilo de vida para que su país la considere apta para representarlo en los juegos olímpicos.
Con una puesta en escena muy parecida a una película de Scorsesse mezclado con un formato de falso documental I, Tonya nos va llevando por la vida de la patinadora ya mencionada de una forma muy ágil y dinámica, dos palabras que realmente no significan nada. Pero sería algo así como el principio de Goodfellas. La primer hora no te hace descansar un minuto porque te pasea por entrevistas, escenas en el presente, escenas en el pasado, personajes hablándole a la cámara y montajes musicales con temas de los ochenta, algunos ya usados recientemente en películas de Marvel. Se luce bastante nuestra querida Margot Robbie que, no muy lejos de Harley Quinn, interpreta a esta sacada y violenta pero sensible patinadora que lo único que sabe hacer en la vida es patinar. En el top de mejores actuaciones le sigue Allison Janney, quien interpreta a la madre. Que no será un personaje muy original (es una madre manipuladora y egoísta, muy parecida a la mamá de Tony Soprano) pero ella lo sabe llevar de una forma muy personal. Como espectador vas pululando entre quererla y odiarla o entre justificarla y condenarla hasta que finalmente nos demuestra que es la verdadera villana en la vida de Tonya. Aunque no se queda atrás (ni en actuación ni en violencia) el marido de Tonya interpretado por Sebastian Stan (más conocido por hacer del soldado de invierno) Creo que las escenas donde él le pega a su mujer son las más logradas porque le escapan a la solemnidad de una escena típica de violencia de género pero sin trivializar el hecho. La película en general esquiva la solemnidad que Hallmark Channel le hubiese impreso a la cinta y nos cuenta esta tragedia con ciertos toque de comedia o de sátira, pero sin que se corra el foco en lo trágico.
En el párrafo anterior dije que la primer hora es ágil y dinámica, pero pasa todo lo contrario(*) con los últimos cuarenta o cincuenta minutos. Una vez que los protagonistas se deciden a realizar el delito (partirle la rodilla a una patinadora) pasa bastante tiempo hasta que lo concretan, y mucho más tiempo hasta que la película termina. Pareciera que no hay mucho más que contar después de eso, pero el director se empecinó en seguir rodando escenas aunque ya ninguna sumara nada. Y hay que tener en cuenta que los recursos que funcionan muy bien al principio ya para esta altura cansaron.
En resumen hubiese sido una excelente película si hubiese durado una hora, pero creo que si dura una hora ya no sería película y ya no podría viajar por festivales ni ser nominada a los Oscar. Entonces... más en resumen aún, los festivales y las premiaciones están arruinando el cine.
Es importante destacar que este fue un proyecto personal de la Margot. Después de actuar en Suicide Squad y en The Wolf Of Wall Street se pudo haber quedado sentada en su casa esperando que Hollywood decidiera si la necesitaban como ícono sexual de películas de superhéroes o como una actriz más versátil. Al final no tuvo ganas de esperar nada. Compró el guión, se armó su propia productora independiente y se financió su película. En tu cara Scarlett Johansson.
Mi puntuación 938 sobre 1777.
(*) Bueno, no sé si "todo lo contrario", pero me pareció lindo decirlo así.
![]() |
Ey, Harley Quinn |
miércoles, 3 de enero de 2018
Call Me by Your Name
...esto no es una crítica.
Es un mensaje para Jorge del futuro.
Me dieron ganas de ver esta película porque la recomendaron dos o tres veces. No me acuerdo quien ni tampoco me acuerdo por qué validé esas recomendaciones, la cuestión es que la bajé y la vi. Para ser más exacto la vi la madrugada del jueves cuatro de enero, a eso de la una de la mañana. La vi con Natalia mientras tomábamos mate. Aunque también tomamos café. Pero eso no es importante. Es más, nada de lo que voy a escribir va a ser importante ni va a tener relevancia. Lo escribo como un recordatorio a futuro. Viendo está película me acordé de Lolita (la de los 90) pero me di cuenta que en realidad no me acordaba de nada. No tengo ningún recuerdo de esa película. Ni si me gustó, ni si tenía alguna escena buena, ni con quien la vi, ni donde. Nada. Básicamente es como si no la hubiese visto. Por eso voy a intentar acostumbrarme a escribir en este blog a modo de ayuda memoria por si en algún futuro quiero saber que me pareció tal o cual película.
Call Me By Your Name nos cuenta la historia de una familia italiana que está compuesta por el padre, la madre y el hijo puberto que se llama Ellio. Ellos tienen mucha plata, son muy snob y mentalmente abiertos. Un día cae un amigo de la familia a pasar el verano, un tal Oliver. Él es rubio, lindo, canchero, inteligente y simpático. E inesperadamente el muchacho puberto se empieza a sentir atraído por el maduro yanki. El sentimiento es mutuo. Tienen un breve romance veraniego y cuando el verano se termina... el romance también. Básicamente de eso trata la película.
Creo que lo más interesante de esta cosa es la sutileza, y acá no puedo evitar compararla con otras dos películas de temática similar: Lolita y The Graduate. Lejos de ese plano de Lolita comiendo una banana y más lejos aún de ese plano por debajo de la rodilla de la señorita Robinson, acá la seducción entre Oliver y Ellio es imperceptible. Empieza con unas miradas, después un masaje, después una invitación a nadar y cuando nos queremos acordar ya se están besando en el pasto. A partir de ahí empieza una historia de amor quizás convencional pero no por eso deja de ser atractiva. No esquiva los aspectos sexuales pero tampoco queda en eso. Además de calentarse mutuamente, entre Ellio y Oliver hay una profunda admiración
Si bien el enganche de la película es que trata de un hombre maduro manteniendo una relación con un pibe menor que él y del mismo sexo, pasada la primer mitad ya deja de importar. Porque a diferencia de Lolita o de The Graduate, Call Me By Your Name no habla de un amor prohibido, habla del despertar sexual de un adolescente. El director (o el guionista) no emite ningún juicio de valor ante este vínculo ni hay una bajada de línea moral. Como si pasa en las otras dos películas que mencioné.
Es este adolescente, Ellio, el que sostiene toda la historia. El actor se llama Timothée Chalamet, y si la película es recordada en la posteridad es gracias a él. No quiero desmerecer al actor que hace de Oliver, pero el eje de la película es el conflicto interno del Puberto. No hay otro conflicto. Incluso el guión se esfuerza demasiado para demostrarte que por fuera de eso está todo bien. El amor es correspondido, los padres no se oponen, la ex novia tampoco, ninguno se reprime. Nada. El vínculo fluye y vemos como inevitablemente se destruye.
Cuando Oliver se va para siempre, Ellio y su padre tienen una conversación que seguramente fue la envidia de todos. ¿A quién no le hubiese gustado tener un padre que te entienda sea cual sea tu problema y que te aconseje diciéndote "cada uno vive la vida como quiere? Todos queremos padres así y seguramente muy pocos lo tuvieron.
Por último quisiera destacar el plano final, el larguísimo plano final de Ellio mirándo la chimenea después de enterarse que Oliver se va a casar. Ahí el puberto resume, en quizás la mejor actuación del siglo, todo lo que vivió en la película. Con transiciones casi imperceptibles pasa por la angustia, por el enojo, por la frustración, por la resignación y finalmente por la aceptación. Un crack.
Si tuviera que hablar de las cosas malas de la película hablaría de los aspectos técnicos. No hay planos sobresalientes, ni fotografía destacable, ni música recordable. Incluso hay ciertos aspectos del montaje que arruinan un poco la experiencia. Pero creo que la película no nos quiere mostrar esas cosas. También podría críticar una polémica escena sexual entre Ellio y un durazno, y la mega berreta secuencia de títulos iniciales. Pero la película no se trata de eso, la película quiere mostrar un vínculo y lo muestra bien. Punto.
Mi puntuación: 1549 sobre 1777.
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